quarta-feira, 29 de agosto de 2012

El deporte de los pernos




En el correr de los tiempos, como lo digo en mis memorias de "Trazando caminos, dejando huellas", es abrir los años que vivo porque tanto ir y venir Lima-Caraz, Caraz-Lima, me entusiasmó el automobilismo. Se suma, incentivado, Juan Silva. Él agarra el timón y entra con el coche "Lebetón Caraz Dulzura" a competir en todas las carreras del club del automobilismo.

Estamos hablando del anõ 1979.

Una faceta muy emocionante. Hacemos automobilismo con todos los programas del Touring Club. Carreras que me inspiraron la bandera de Caraz.

El automobilismo movió masas humanas, todas con cariño, porque el deporte de los pernos es contagiante, imaginarse cada quince días una carrera de carros, pues veníamos invitados a Caraz, al paso de los coches de carrera. Eran filas humanas que veían pasar a los coches de carrera, cuyo festejo a la primera llegada de Juan Silva a Caraz fue recibido con pétalos de rosas. 


Fue el más grande recibimiento que yo haya conocido.

Creo que conté 300 personas sentadas en la pachamanca que se sirvió en el restaurante "Punta Grande". 

Mi caja fuerte se abría cuando se trataba del deporte de los pernos. Y no es como algunos agentes de la política decían...

Para mí, que no entiendo mucha retórica, la carrera de automóviles, era como ofrecer a los ganadores un bien servido "lomo saltado", con dos huevos.

En este momento es un grato rincón para saludar y abrazar fraternalmente a Juan Silva y al director de la orquesta de mecánicos, Sr. Diómedes Lázaro. En dicho almuerzo, alguien dijo que, sin duda, fue la mejor recepción a un gran hombre y amigo que simularía a la entrada de Bolívar a Caraz.

Es un compromiso recordar tan lindos momentos y hacer una lista de los participantes es algo muy grato. Recuerdo a César Castillo, José Bergamino y Tito Moquillaza Torres que se hicieron presentes en la primera carrera de Lima a Caraz.

En la familia del automobilismo, se considera la recepción en esta oportunidad como la mejor recepción del Perú, por la acogida espectacular de los caracinos.






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