Amador C. Torres. El hombre y padre.
El amigo buscado para amenizar reuniones. Éramos diez hermanos, donde el mayor y el menor, éramos varones. Yo, Pepe, el menor, era mi padre el futuro hombre que defendería a la familia de Amador. Porque cuando terminé mis estudios en la primaria, tal vez en Diciembre, a las seis de la mañana me despierta, y como yo lo respetaba mucho, me dice: "No, no tengo ningún reproche para tí. Solamente quiero darte una noticia, tal vez triste, pero es para tu futuro. Tú sabes que cuando uno comienza los estudios secundarios, empiezan las reuniones amicales a base de música, y el futuro del joven puede tambalear basado en la música. Y yo, con experiencia, quiero que seas un muchacho estudioso para lo cual el día de mañana voy a regalar todos los instrumentos musicales. Ellos son: guitarra, mandolina, violín, flauta y charango."
No solamente fue esto. Fue un día, talvez en el mes de Setiembre de 1950, posiblemente sea un día señalado donde me despierta temprano, a las seis de la mañana, como un padre de leyes familiares conocidas, donde me dice que me levante y que lo acompañe. Y luego, me dice mi papá Amador: "Toma ese costalillo que contiene 25 mil soles con los cuales vamos pagar lo que debemos al tío Rusbaldo Angeles para cancelar la deuda de la compra del terreno del estadio." Y así fue, deuda pagada. Mi padre, Don Amador, era un hombre que honraba la palabra, digno y honesto.
Mi padre, Don Amador ejerció la profesión de telegrafista, en una época en la cual esa profesión tenía una importancia política crucial por ser el telégrafo el principal medio de comunicación, me refiero a los años 1915 aproximadamente. Es en ese período que Don Amador conoce a mi madre, Maria Emilia Asurza P., en Cora Cora, departamento de Ayacucho, casándose luego con ella en Caraz, departamento de Ancash. Tiempo después, él reúne su dinero para comprar los fundos de Huáscar: Phurahuran, Huarah y Capa. Y, de recuerdo, les sirvió a mis hermanas que vieron en 1925, los 25 mil soles en monedas de oro con las cuales ellas festejaban mi nacimiento.
Amador C. Torres. El escritor, tradicionista y músico.
Mi padre es autor de las "Tradiciones Caracinas". Se trata de historias de la vida cotidiana, costumbres, arte y leyendas sobre el pueblo caracino. Las "Tradiciones Caracinas" no han muerto porque, a mi parecer, fue una época de oro de las letras en Caraz. Un ejemplo que refuerza esta idea de que Caraz era uno de los principales centros de escritores, historia y arte. Escritor, músico y violinista, Don Amador es compositor de huaynos, música andina, entre otras composiciones musicales.